Viviana ya no quiere llorar por juguetes rotos que jamás le pertenecieron

T e necesito y no estás aquí. Es como al principio de todo, cuando nada era lo que ahora es, cuando no sabía quién era hasta que llegaste tú.

Y es como si mi vida se resumiera a los instantes en los que te siento, en los que tu piel roza la mía y experimento la sensación que la adrenalina abandona en mi cuerpo, acompañada por esa expectación que sólo tú logras despertar en mí.

Me desespero, doy vueltas en la cama, cierro los ojos y vuelvo a recordarte. Los abro, pero sigues estando en mi mente, como cuando el día comienza y no siento tus manos acariciar mi espalda, no saboreo el dulce néctar de tus labios, no siento ese hormigueo que recorre mi cuerpo entero cuando tú estás próximo.
Me levanto y veo lo miserable que soy sin tu luz. Sin esa sonrisa que podría iluminar hasta el día más gris, aunque por mí ya puede dejar de hacer sol cada día, pues contigo me basta. Y quisiera tenerte conmigo, o aunque sea poder resginarme a que aún me quedan días sin ti, antes de que vuelvas a estrecharme entre tus brazos de nuevo. Pero no estás y los días son más oscuros, más largos. Tampoco vendrás y me siento sola, porque no tengo a nadie, salvo a ti. Porque desde entonces, cuando decidí abandonar ése sitio al que llamaba hogar, no tengo a nadie más que a ti, que ni siquiera me acompañas día a día.

Siento celos, rabia, impotencia, porque sé que no me perteneces... que soy una de las tantas caras ocultas de tu vida, que soy como ésa parte oscura de una persona que poca gente llega a descubrir. Y me conformo con la parte que me toca, pues soy consciente de que por mucho que lo desee, ella seguirá siendo tu esposa y yo... la mujer que nadie conoce y que nadie se atreverá a conocer en este maldito pueblo. Y te odio, no sabes cuánto te odio por ello, pero después de sentir que te mataría por todo lo que sufro, te vuelvo a amar. Porque somos iguales. Porque ambos escondemos un secreto que nadie debe conocer. Porque aunque no me lo digas, sé que en el fondo de tu corazón, también me quieres.

1 comentario:

Valeria Tipismana dijo...

Amar y odiar al mismo tiempo, a veces es inevitable, y peor en el escenario que planteas...Me gusta como desarrollas tu escrito, la madurez de tus palabras, yo creo raru, que la que pide poder llegar a ser como tú, soy yo